Zeus, después de destronar a su padre, repartió el mundo con sus hermanos Hades y Poseidón.
Se le representa como dios del cielo, de las nubes, de las lluvias y las tempestades. Sus atributos son el rayo, el águila y el cetro. Homero lo reconoce como “padre de los dioses y de los hombres”, no creador sino protector y soberano, y lo representa de dos maneras muy diferentes: como dios de la justicia y la clemencia y como responsable del castigo a la maldad.
Se casó varias veces. La primera esposa fue Metis, diosa de la prudencia y la astucia. Cuando estaba embarazada de Atenea, Zeus supo por un oráculo que, tras el nacimiento de su hija, nacería un varón que le destronaría. Para evitarlo, se tragó a Metis y con ella toda la astucia que necesitaba para gobernar el mundo. Un buen día en el que padecía un terrible dolor de cabeza, ordenó a Hefesto que le partiera el cráneo con un hacha, de donde nació atenea completamente armada.
Su segunda esposa fue Temis, titánide que personifica la ley, y de ella nacieron las Horas (diosas de las Estaciones) y las Moiras (diosas del Destino).
Su tercera y ultima esposa fue Hera, considerada su esposa legítima y eterna. Es la diosa del matrimonio y del hogar. Con ella engendró a Ares (dios de la guerra), Hebe (diosa de la juventud), Ilitía (diosa del parto) y Hefesto (dios del fuego). Los atributos de Hera son el pavo real, símbolo de la primavera, y la granada, símbolo de fecundidad.
Hera fue una de las protagonistas en el juicio de la manzana de la Discordia, en el que Paris tuvo que decidir qué diosa era la más bella entre ella, Afrodita y Atenea. Este fue el origen mítico de la guerra de Troya, pues Paris prefirió a Afrodita, quien le había prometido el amor de la mujer más hermosa (Helena), y de la protección de Hera a los helenos frente a los troyanos.
Pero además, Zeus tuvo numerosas aventuras con diosas y mortales de las cuales tuvo una amplia descendencia. Para acercarse a ellas, frecuentemente recurrió a inverosímiles metamorfosis (en toro, en águila, en cisne, en nube o en lluvia de oro) y acudir a diversos recursos para ocultarse de su esposa.
En relación con Zeus, es famoso el relato mítico sobre la figura de Prometeo, hijo del titán Jápeto y considerado por sus actos benefactor de la humanidad. Prometeo había engañado a Zeus en el reparto de un buey en un sacrificio y este, enojado, privó a los hombres del fuego. Pero Prometeo entró en el Olimpo y robó este valioso don para ofrecerlo de nuevo a los hombres. Enterado Zeus de esta nueva ofensa, castigó a Prometeo a permanecer encadenado en el Cáucaso, donde cada día un águila le devoraba el hígado que se regeneraba durante la noche. Años más tarde, Heracles le liberó de este suplicio.
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